viernes, 12 de septiembre de 2008

Ya no.


Todos hacemos cosas de las que nos entimos orgullosos.
Actos que nos llevan a un estado de satisfacción personal.
Pero también todos hacemos cosas que desearíamos que no salieran a la luz.
Actos que nos llevan a no reconocernos a nosotros mismos.
Actos que nos hacen preguntarnos: ¿cómo he podido hacer esto?

Tú sabes lo que soy y lo que no soy. Sabes lo que siento porque siento que así es.
Las ganas de que seamos lo que siempre soñé me invaden sin parar.
Lo imagino y esta vez, la realidad supera la ficción.
Quiero acariciar esta realidad tan nuestra.
Porque ya no tengo que esforzarme para ti ni para mí.
Porque ahora sólo tengo que respirar y sentirme tuya.
Y tú tan mío que ya ni asusta.
Esta vez no va a hacer falta pedir la hoja de reclamaciones.
Ni siquiera el tiquet por si tengo que realizar algún cambio.
Esas dudas ya no existen.