miércoles, 2 de abril de 2008

Necesito escribir. No quiero despojarme de esta necesidad nunca.
El clímax de las palabras rozándome el pecho.
Las letras cortando el aire a veces, haciéndolo brisa otras.
Una mochila de recuerdos o cosas que necesito decir.
Si tienen que morir, que mueran escritas.
Y he aquí la paradoja. Porque lo escrito ya es para siempre.
Desafía las reglas de la mortalidad.
Acaricia las tesituras entre realidad y ficción.
Manifestaciones, oportunidades, puntos y comas con personalidad.
Puntos suspensivos que pasan de ser sospechosos a ser confianza.
Un ego en palabras.
Un ego tan camaleónico que el lexicón nunca se queda pequeño.
La basura del agua cristalina que me envuelve.
El gran olor de estos cielos.
Que no mengüe.

2 comentarios:

Miguel dijo...

Cada expresión una sugerencia.

Jaime dijo...

"El clímax de las palabras rozándome el pecho.
Las letras cortando el aire a veces, haciéndolo brisa otras".

Eso implica una forja, un taller sagrado de letras que saltan como soldados a la nube de batalla. Una fragua mortal y vivificante

Saludos