martes, 24 de junio de 2008

Pros y contras del verbo "soler"


Verbo "soler":
(Diccionario de la Real Academia Española, Vigésima edición).
-Del latín, solere. Intransitivo defectivo. Dicho de un ser vivo, tener costumbre.

Solíamos entendernos sin palabras. Pero también con ellas. Y eso me encantaba, porque me gusta charlar y no darme cuenta de que pasan las horas. Admiro una buena (o mala, qué más da a veces) conversación. Interlocutores haciendo el amor con una oratoria sin ensayar.
Solíamos besarnos mucho. No lo hacíamos como en las películas, con los ojos cerrados, emulando un éxtasis terrenal, sino que lo hacíamos con los ojos abiertos como platos: atentos, concentrados, pero sin pensar en nada. Poniendo atención en el beso, inventando rituales de dibujos en la carne de los labios.
Solíamos suspirar abrazándonos. Sin creernos todavía lo que pasaba: felicidad a raudales, que casi se nos escapaba entre los huecos que nos quedaban por cubrir. Suspiros que llenábamos de cerezas. Unas cerezas rojas, no demasiado maduras, frescas y poco dulces. Como yo.
Solíamos hacerlo y solía encantarnos.
Qué poco hablamos anoche.
Qué poco se buscaron nuestras bocas.
Ni un suspiro se oyó entre tanto ruido.

"Soler": dicho de un hecho o de una cosa, ser frecuente.
"Echar de menos": del portugués achar menos, hallar menos. Advertir, notar su falta.

Pues sí, después de tanto soler, se nota.

domingo, 1 de junio de 2008

Una carta aquí y ahora.


Sentada. Bastante erguida. Desfilan por delante de mí las horas disfrazadas de gatas. Se contonean, arañan, erizan su pelo. Hasta maúllan. Me muestro impasible. No es únicamente una pose. No hablo de apariencia. Realmente me siento en un estado neutral.
Como si saber que no paro de pensar en ti no me doliera. Y es que no me duele. No provoca nada en mí porque lo causa todo a la misma vez. Tú me alteras y tú me relajas y ese equilibrio es el cascabel perenne colgado del cuello de esas gatas. Las negras -a pesar de tantas supersticiones- son las más bonitas.
Como negras las sombras de los huecos entre tantas palabras que te escribo. Como negros los deseos que convierto en barcos de papel. Soplo y soplo y soplas. Sonrisas.
Ambos. Siempre me gustó esa palabra.
Ahora no solamente me gusta, ahora la disfruto. Ambos. Expresando dos cosas pero al unísono, como cuando respiramos sin darnos cuenta (esto es, siempre).
Las imágenes son siempre más bonitas si tienen un punto negro. Como los dos puntos de mis cartas: ambos.
Sin más preámbulos, me despido. Tal vez uno más: quisiera fotografiarte a todas horas, casi perdida en locura, sin parar un momento, sólo flash, flash y más de tu luz.
Nunca tuya,
Dos.