viernes, 29 de agosto de 2008

La culpa es de los bichos.



Deja tu mente en blanco. Pero no por mucho rato, eso eliminaría tu entidad. Bastan meros segundos.
Inmediatamente después, piensa en un cielo con tres azules diferentes, dos nubes y un sol. Eso configurará el fondo más lejano. Sobrepuesto a este fondo, imagina un césped mal cuidado y justo en el centro, dibuja el banco de un parque de barrio: de esos con la madera gastada, el barniz deportado y grafitis sin demasiado sentido.
En ese banco, no demasiado en el medio, sino más bien hacia la izquierda, piensa en alquien.
Sí, en alQUIEN, no en alGUIEN. No se trata de un error tipográfico, sino de un vocablo al que tú ahora vas a dar contenido y, no sabemos todavía, si sentido.




Alguien puede ser cualquiera, pero alQUIEN, no.
Alquien es quien te hace respirar, a quien dedicas tus gestos.
Alquien es el espectador del circo de tu vida a quien quieres transformar en protagonista.
Alquien es quien no te lleva el delirio, sino que ES tu delirio.
Alquien es quien has imaginado tocándote pero no demasiado rápido. Tampoco demasiado lento.
Alquien es ese quien exacto.
Ese no deshoja margaritas, sino que se las come. Se come las margaritas con espasmos rápidos y casi violentos. Su cara es vulgar, casi agresiva. El patetismo focalizando en una boca entreabierta. ¿Notas sus incisivos clavándose en el tallo de esa margarita ordinaria de parque urbano? Lo notas. Notas la savia y hasta el insecto ese minúsculo. Ese del que no sabes el nombre. Porque es fácil saber qué es una mosca, qué es una mariposa o qué es una mariquita... Pero la grandeza del mundo de los insectos no la puedes abarcar. Son tantos y tan distintos, que confío en que algún día dominarán el mundo.
Alguien, llegados a este punto, pensará que estoy algo loca. O que estoy jugando.
Pero a mí me da igual porque ALGUIEN, recordemos, NO es ALQUIEN.
El que sigue en tu imaginación, sigue derritiéndose en esfuerzos por tragar las margaritas casi obsesivamente. Pierde el tiempo.
¿Y tú, lo pierdes con alquien?
Cuidado, no te atragantes.

1 comentario:

Miguel dijo...

Diez años en Troya sin penélope que espere. Pero Calypso siempre sabe embaucar con poesía.