lunes, 14 de enero de 2008

De mudanzas


Miro hacia atrás haciéndome la interesante. Como si veintiún años de vida hubiesen dado para mucho. Como si y así fue. Ha llegado el momento inevitable en que te encontré entre una canción olvidada. Más que olvidada, camuflada. Eché una manta por encima. No quise tirar ese rincón por si acaso un día necesitaba recordar que me hiciste sentir humana. Y hoy no lo necesitaba, pero decidí que fueras mi opción.
Siendo la que no mereciste que fuera por ti. Sin embargo, sólo fui yo. Las identidades se pierden cuando entra en escena el que bombea incesante. No puede ser cabezonería esto de tenerte tan dentro y vivo ahora. No puede ser. Me niego a aceptarme como ilusa irracional.
Tú no me diste la mano, sólo rozaste las yemas de los dedos.
Ahora entiendo por qué necesito ser marciana y cuidar mis agujeros negros.
Me mudo de galaxia, porque no me encuentro. No pidas mis señas para escribirme ni para visitarme, porque tan lejos seguiré pensando en ti y sólo te tendré al escribirte. Y para mentirme, te recuerdo, que me basto sola.

No hay comentarios: